A DIFERENCIA DE TODAS LAS DEMÁS ESPECIES EXISTENTES EN
ESTE momento en la Tierra, perfectamente equipadas mediante la evolución para vivir, la especie humana se singularizó hace siete u ocho millones de años como un simio especialmente aventajado.
Hace apenas quince mil años abandonó el hábitat exclusivamente natural, utilizó el lenguaje, construyó casas, domesticó animales y cultivó la tierra. Con este cambio cada vez fue más importante para la subsistencia de la especie la cultura, lo que se intensifi có cuando comenzó a representar sus pensamientos mediante la escritura. Esto, que parecía una espectacular ventaja, tuvo su reverso en la aparición de crímenes y de guerras.
El presente ensayo tiene como objeto explicar la base orgánica de estos desajustes, cuyos episodios producen preocupaciones y fanatismos suicidas (que contrastan negativamente con un espectacular desarrollo de las ciencias y de las tecnologías) al par que voluntades encaminadas a superarlos.
Un hombre no acabado. Clave de las desgracias y de los aciertos de nuestra especie
Prólogo de Luis Álvarez Fernández
Colección: Octavo Mayor