Esta novela desmiente cierto epigrama del escepticismo, tantas veces escuchado, que sostiene la necesidad del olvido como estrategia del vivir. La memoria, que según Camus es el único paraíso del cual no podemos ser expulsados, sirve a Miguel Rodríguez Muñoz como pretexto para confesar su apego a la existencia, una existencia recorrida por el conflicto constante entre realidad y deseo.
Almanaque de pérdidas y conquistas, Memoria de la lluvia es un libro nacido con vocación de recuento, donde pasión y costumbre perfilan, a través de un relato en que el humor, la ternura y lo fantástico se levantan como piedras angulares de la narración, el escenario de una Asturias que se enfrenta a la tensión irresoluble entre la huida y la permanencia.