Para que una actividad como es la del campesino tenga continuidad familiar es necesario que los propios campesinos crean que merece la pena seguir con su modo de vida.
La crisis de reproducción del mundo rural tradicional no es reducible a la visión económica según la cual los jóvenes se niegan a instalarse debido a que las explotaciones no son lo suficientemente rentables. Se trata de una crisis de la creencia en el valor de la actividad agrícola tradicional y del modo de vida inherente a ella que ha sido consecuencia de un conjunto de procesos provocados por la apertura al exterior de las regiones agrícolas.
Champagne, tras estudiar en la región francesa de Bresse las características económicas y sociales de las familias campesinas tradicionales cuyos titulares tienen entre 50 y 65 años, demuestra que su capacidad para tener un sucesor, una vez que han conocido otros modos de vida, no depende solo del tamaño de las explotaciones ni de la rentabilidad económica que estas puedan tener, sino sobre todo también de la capacidad de poner en valor su capital cultural y relacional. Este es el tema central al que Champagne dedica esta obra, sirviéndose para su exposición del análisis etnográfico de cuatro casos arquetípicos.