Inicio el libro a las 17:50 del sábado 24 de mayo de 1947 en Cañada Lobos. Por enésima vez escribo, y ahora es la historia de mi familia, derretida y desaparecida en el piélago de la guerra incruenta que todos perdieron: los de los correajes de charol limpios y aseados: o los otros, de sobacos oliendo a cebolla cocida y gorro militar con la borda meciéndose como una campanilla roja, agitada para llamar la atención, oscilando sobre las cejas a la espera de ser retratados en las amarillas hojas de un bloc de Hemingway corresponsal de guerra en el Madrid de 1949, escritor usado y requeteusado como si él hubiera sido un titán en el Ebro o en Guadarrama: un héroe con Franco, media España contra la otra media para, al fin, después de muchos años, ya viejo y pescador de mares cubanos, obtener el premio Nobel. ¡Que sea para bien, amigo!
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