Henri Poincaré

Henri Poincaré (Nancy, Francia, 1854-Paris, 1912) no sólo ocupa un lugar descollante en la historia de la física y de las matemáticas – su famosa conjetura ha debido esperar más de un siglo hasta verse resuelta-, sino que debe ser considerado uno de los pioneros de lo que pronto sería pujante rama de la reflexión, la filosofía de la ciencia. Su grandiosa talla intelectual, que le sitúa en pleno debate de la conocida crisis de las matemáticas y sus fundamentos, por un lado, y del nacimiento del paradigma relativista que revolucionaría la física contemporánea, por otro, le llevó asimismo a terciar en la polémica sobre el estatuto de las ciencias y su discutido origen convencional.

Henri Poincaré nació el 29 de abril de 1854 en Nancy (Lorena) en el seno de una familia de notables de la ciudad. Después de realizar el bachillerato de letras y de ciencias, en 1873 ingresa en la prestigiosa Escuela Politécnica y dos años después en la Escuela de Minas. En 1879, siendo ingeniero en las explotaciones de Vesoul, obtiene el doctorado en matemáticas, y se convierte en profesor de análisis en la Facultad de Ciencias de Caen. En 1880 gana el Gran Premio de matemáticas con una memoria sobre la integración de las ecuaciones diferenciales que abrirá una nueva era en la mecánica celeste. En 1885 es nombrado profesor de mecánica física y experimental de la Facultad de Ciencias de París, donde ocupará la cátedra de física matemática y de cálculo de probabilidades en 1886 y diez años después la de astronomía matemática y mecánica celeste. Profesor de la Escuela Politécnica desde 1883, enseñará también electricidad teórica en la Escuela de Correos y Telégrafos.
Con la publicación de su memoria sobre el «problema de los tres cuerpos», por la que obtuvo el Gran Premio del rey de Suecia en 1889 y que prefigura la teoría del caos, comienza la consagración del matemático francés. Último científico universalista, dominó todos los campos de las matemáticas, la física, la astronomía y la filosofía de la ciencia. Su nombre está ligado a objetos matemáticos complejos como las funciones automorfas o a su famosa conjetura, demostrada en 2003 por Perelman. Sus trabajos sobre las transformaciones de Lorentz hacen de él un precursor directo de la teoría de la relatividad restringida.
Humanista convencido, amante del arte y de las letras, su obra ensayística, con la que popularizó por ejemplo las geometrías no euclidianas, gozó de tanto éxito que en 1909 fue elegido miembro de la Academia Francesa. Presidente de la Academia de Ciencias en 1906 y en 1900 de la Sociedad Matemática Francesa, su prestigio hizo que fuera consultado en el caso Dreyfus. Falleció el 17 de julio de 1912 en París, dejando tras de sí una obra inmensa.
Krk Ediciones ha publicado sus obras El valor de la ciencia, en edición de Juan Á. Canal y Las ciencias y las humanidades y La invención matemática.[seguido de] Cómo se inventa. El trabajo del inconsciente, ambas en edición de Francisco González Fernández.